martes, 14 de octubre de 2014

Carta a Malala


A veces me gustaría que siguieses siendo una niña, que recuperaras tu infancia, que te permitieras ser como las demás. Pero ya sé que no puede ser. Eres Malala Yousafzai, un ícono mundial llamado a inspirar a una generación.


Es demasiado peso para cualquiera. Ojalá no te sientas sola, ojalá sepas que los que te admiramos también estamos dispuestos a sostenerte. Ojalá te permitas una debilidad de vez en cuando. Ojalá tengas tiempo en tu agenda para vivir una vida no heroica.


Pero te mentiría si no te dijera esto: nos haces falta. Necesitamos personas como tú que nos inspiren, que nos hagan darnos cuenta que sí se puede cambiar el mundo, que es legítimo intentarlo, que es necesario.

Tú ya lo sabes, porque eres muy inteligente. Eras la mejor de tu clase, y siempre has asumido una responsabilidad que intuitivamente sabías tuya, reclamando un puesto que has vuelto ya insustituible.


Personas como tú alumbran el futuro, Malala. Lo hacen más esperanzador. Pero cuídate, no te olvides de soñar. No tengas miedo de sentirte vulnerable. Es tu vulnerabilidad la que nos da fuerzas, la que te convierte en un adversario invencible para los fanáticos.

Cuídate, mi valiente.

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