domingo, 27 de septiembre de 2015

Samantha Smith & Yuri Andropov, amigos por correspondencia

Hay historias que se las lleva el tiempo. Personas y lugares que durante un momento protagonizaron la historia y que el tiempo difumina hasta que ya casi nadie recuerda quiénes fueron.

En el verano de 1983 Samantha Smith de 11 años del estado de Maine (EEUU), era la niña más famosa del mundo. Todo empezó con una carta.

 ¿Qué hace una niña americana en un sello de la Unión Soviética? Sigue leyendo.
Érase una vez...

Hace poco más de treinta años el mundo temía seriamente que se desencadenara una guerra nuclear entre dos grandes potencias que acabase con la vida en todo el planeta. Había un gran imperio (que en el imaginario yanqui representaba el mal absoluto) que se oponía a Occidente. Pocos sabían que ese imperio estaba tocado de muerte por una estructura envejecida y esclerotizada, incapaz de hacer frente a los nuevos tiempos. Faltaba muy poco para que ocurriera el accidente de Chernóbil, y tan solo unos años para el derrumbe del Muro de Berlín y la consiguiente creación de un nuevo orden mundial.

Pera entonces, todo esto era inimaginable.

La carta

A principios de los 80 el mundo estaba dividido en dos grandes bloques, con visiones de la realidad irreconciliables. Ronald Reagan llamó a la URSS “el imperio del mal” y había emplazado nuevos misiles crucero en Europa. La URSS venía de estar involucrada en la guerra de Afghanistán. La tensión entre ambas superpotencias crecía y crecía.

Portadas del TIME de la época

En 1982, Yuri Andropov asumió la Secretaría del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. Los principales diarios y revistas de todo el mundo se hicieron eco dedicándole portadas y artículos de fondo. Un número de la revista TIME llegó a las manos de Samantha, una inquisitiva niña de un pequeño pueblo de Maine (EEUU). En él, acorde con el sentimiento de la época, se pintaba un cuadro muy negro que describia a Andropov como alguien peligroso por su actitud extremadamente hostil hacia los Estados Unidos y dispuesto a iniciar incluso una guerra nuclear. Después de leer la revista, Samantha muy preocupada, preguntó a su madre por qué, si tanto miedo le tenía la gente, no le escribía alguien preguntándole si quería o no hacer una guerra. La madre, supongo que de guasa, le respondió con otra pregunta: “¿Por qué no lo haces tú?” Así que, ni corta ni perezosa, con su mejor caligrafía, la niña escribió al diabólico líder, apenas unos pocos renglones con preguntas breves y directas:

www.samanthasmith.info
“Estimado Sr. Andropov: Me llamo Samantha Smith. Tengo diez años de edad. Felicitaciones por su nuevo trabajo. Estuve preocupada pensando en la posibilidad de que Rusia y los Estados Unidos se involucren en una guerra nuclear. ¿Votará por la guerra o no? Si no, por favor cuénteme cómo ayudará a evitar una guerra. Esta pregunta no la tiene que responder, pero me gustaría saber por qué quieren conquistar el mundo o al menos nuestro país. Dios hizo el mundo para que viviéramos juntos en paz y no para pelear. Atentamente,  Samantha Smith”.

Dirigió el sobre al "Sr. Yuri Andropov, el Kremlin, Moscú, URSS ", lo echó al buzón, y al poco de hacerlo se olvidó del mismo.

La respuesta

Unos cuatro meses después el diario Pravda publicaría la carta y el 26 de abril de 1983 recibiría la contestación del propio Andropov. Tras asegurale que no estaba en su intención desatar ninguna guerra, el líder del Soviet Supremo invitaba personalmente a Samantha a venir a la URSS ese verano y ver con su propios ojos el país:

"Estimada Samantha:
Recibí tu carta, que es como tantas otras que me llegaron en este tiempo de tu país y otros países del mundo.
Me parece —lo infiero por tu carta— que eres una niña valiente y honesta, parecida a Becky, la amiga de Tom Sawyer en el famoso libro de tu compatriota Mark Twain. Este libro es muy conocido y querido por todos los niños en nuestro país.
Dices que estás ansiosa por saber si habrá una guerra nuclear entre nuestros países. Preguntas si estamos haciendo algo para evitar la guerra.
Tu pregunta es la más importante de las que se puede hacer cualquier persona inteligente. Te responderé seria y honestamente.
Sí, Samantha, nosotros en la Unión Soviética tratamos de hacer todo lo posible para que no haya guerras en la Tierra. Esto es lo que quieren todos los soviéticos. Esto es lo que nos enseñó el gran fundador de nuestro Estado, Vladimir Lenin.
El pueblo soviético sabe muy bien cuan terrible es la guerra. Hace cuarenta y dos años, la Alemania nazi, que buscaba dominar el mundo entero, atacó a nuestro país, quemó y destruyó miles de nuestros pueblos y villas, mató a millones de hombres, mujeres y niños soviéticos.
En esa guerra, que terminó con nuestra victoria, fuimos aliados de los Estados Unidos: juntos peleamos por la liberación de mucha gente de los invasores nazis. Supongo que sabrás esto por tus clases de Historia en la escuela. Hoy ansiamos vivir en paz, comerciar y cooperar con nuestros vecinos de esta Tierra —con los cercanos y los lejanos—. Y por supuesto con un gran país como son los Estados Unidos.
En los Estados Unidos y en nuestro país hay armas nucleares —armas terribles que pueden matar millones de personas en un instante—. Pero no queremos que sean jamás usadas. Por eso precisamente es que la Unión Soviética declaró en forma solemne por todo el mundo que nunca —nunca— será la primera en usar armas nucleares contra ningún país. En general nos proponemos discontinuar su producción futura y proceder a la destrucción de todos los arsenales existentes.
Me parece que esta es suficiente respuesta a tu segunda pregunta: "¿Por qué quieren hacerle la guerra al mundo o al menos nuestro país?". No queremos nada parecido. Nadie en nuestro país —ni trabajadores, ni campesinos, ni escritores ni doctores, ni grandes ni chicos, ni miembros del gobierno— quiere una guerra grande o "chiquita".
Queremos la paz —hay cosas que nos mantienen ocupados: sembrar trigo, construir e inventar, escribir libros y volar al espacio—. Queremos la paz para nosotros y para todos los pueblos del planeta. Para nuestros niños y para ti, Samantha.
Te invito, si tus padres te lo permiten, a que vengas a nuestro país; el mejor momento es este verano. Podrás conocer nuestro país, encontrarte con otros de tu edad, visitar un centro internacional de la juventud —"Artek"— a orillas del mar. Y verlo con tus propios ojos: en la Unión Soviética, todos quieren la paz y la amistad de los pueblos.
Gracias por tu carta. Te deseo lo mejor en tu joven vida.
Y. Andropov"

Samantha mostrando la carta de Yuri Andropov
Cuando Samantha volvió de la escuela aquella mañana, el jardín de su casa estaba sembrado de periodistas. No tardó mucho en ser conocida en el mundo entero por ser la niña que, con su inocencia, había espetado al líder soviético la pregunta que todos estaban haciéndose. Fue entrevistada en el famoso late night de Johnny Carson y su fama cruzó el mundo entero. Los medios de comunicación de ambos países convirtieron en poco tiempo a Samantha en una estrella mediática.

El 2 de julio de 1983, aceptando la invitación del líder soviético de pasar allí dos semanas, Samantha en compañía de sus padres, volaba hacia  Moscú. Hasta ese momento,  solo había salido una vez de Maine para ir a visitar a sus tíos en Virginia.

El viaje

La gira de la familia Smith fue transmitida por los dos canales soviéticos, y los espectadores seguían pegados a las pantallas de televisión cada movimiento de la pequeña. La Plaza Roja, Leningrado, El Ballet Kirov… Samantha, feliz de descubrir que los soviéticos no eran enemigos suyos ni querían la guerra, reconoció en una conferencia de prensa en Moscú que los rusos eran “iguales que nosotros”. Para muchos en la Unión Soviética Samantha y su familia puso una cara humana a los EE.UU. En el otro lado del océano, los estadounidenses tenían una inesperada perspectiva de la URSS.
A pesar de las expectativas de todos, Andropov no se encontró personalmente con ella debido a su avanzada enfermedad, pero mantuvieron una charla por teléfono.

Pero lo que Samantha disfrutó más fue el campo juvenil de Artek, ubicado en Crimea a orillas del Mar Negro y perteneciente al movimiento de pioneros (algo así como unos Boy Scout a la comunista). Allí le hicieron un uniforme específico para ella y pasó unos días nadando, aprendiendo canciones y bailes soviéticos y haciendo buenas amistades, en especial con la leningradense Natasha Kashirina que hablaba muy buen inglés.


Regreso a EEUU

Cuando Samantha volvió a Estados Unidos, el 22 de julio de 1983, su llegada fue festejada en todo Maine y su popularidad continuó incrementándose. Se convirtió en activista política y pacifista, llegando a conducir en 1984 un especial infantil de Disney sobre política, en el cual Samantha entrevistaba a varios candidatos a presidente de los Estados Unidos. Fue en el Simposio Internacional de la Juventud en Kōbe en Japón donde propuso su original idea de que los mandatarios de países enfrentados intercambiaran sus nietas dos veces al año, ya que si se odiaban era "por no conocerse", y en caso de conocerse y seguir odiándose, al menos un presidente "no mandaría a tirar una bomba a un país que esté visitando su nieta".


El último año de su breve vida, Samantha co-protagonizó una serie de televisión (Lime Street). Cuando volvía del rodaje el avión en el que viajaba junto a su padre y otros seis ocupantes se estrelló.

Los conspiranoicos pensaron enseguida en la CÍA o el KGB, dependiendo de sus posturas políticas. Sin embargo, una investigación demostró que una tormenta, pilotos inexpertos y un fallo de radar fueron las principales causas de la tragedia.

Recuerdos y homenajes

Al funeral de Samantha Smith concurrieron unas 1.000 personas, entre las que se contaba Vladimir Kulagin, enviado de la embajada soviética Washington, quien leyó un mensaje personal de condolencias enviado por Mijaíl Gorbachov. Samantha y su padre fueron enterrados cerca de Houlton, su ciudad natal.

Su muerte dio pie a gran cantidad de homenajes. Hubo una escultura identica que se levanto en Moscu y en Augusta, en Estados Unidos, y que fue inaugurada el 22 de diciembre de 1986, presentando a la niña en tamaño natural lanzando al vuelo una paloma y con un osito junto a sus piernas, este ultimo símbolo de Rusia y a la vez protector del estado de Maine.

En octubre de 1985 su madre fundo la Samantha Smith Foundation que se dedico a organizar viajes de grupos de escolares desde la Union Sovietica, y luego Rusia, a los Estados Unidos en pro del desarrollo de las relaciones entre ambos paises. La fundacion dejo de existir en 1995 pero sus directores continuan reuniendose periódicamente y entregando pequeñas sumas de dinero a programas sin fines de lucro.

Inspiradas en ella existen canciones y documentales. Ademas, en la ciudad de Maine, el primer lunes de junio se celebra oficialmente el día de Samantha Smith.

En la antigua URSS, donde se la recuerda más que en su propio país, un buque de pasajeros, una montaña, un diamante, un cultivo de tulipanes e incluso un asteroide recibieron el nombre de Samantha Smith.

Pero mi homenaje favorito es el sello postal conmemorativo que la Unión Soviética emitió el 8 de septiembre de 1985, apenas dos semanas después de su muerte.

Algunos de los homenajes. Arriba izqda: Avenida "Samantha Smith" en Artek, debajo sello conmemorativo, centro; estatua en Maine, arriba a la derecha "Buque Samantha Smith" en el puerto de Yalta. Abajo dcha: diamante con su nombre.

De todo lo que he leído sobre Samantha estos días, me ha gustado especialmente este párrafo que he encontrado en la web misterio.co, firmado por Dragonerrante:
“Las barreras y recelos entre enemigos caerían demasiado rápido, mucho más de lo que Samantha hubiese imaginado, al menos en apariencias. En su vida breve, descubrió que pequeñas iniciativas, aún cargadas de inocencia y frescura, pueden torcer el rumbo de nuestras vidas, y por si fuera poco, dejar un mensaje valioso, libre de prejuicios y rencores. Samantha Smith lo hizo parecer muy fácil, tanto como si fuera posible”.        (ver artículo completo aquí)
El pasado julio Samantha habría cumplido 43 años. No podemos imaginarnos una Samantha adulta. Ella y sus ideas permanecerán para siempre como las de una joven de 13 años empezando a vivir.

Esta es la historia de una niña que escribió una carta al que pensaba el mayor enemigo, que recibió una respuesta y conoció un mundo nuevo diferente a todo lo que imaginaba.


Principales fuentes utilizadas:






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